sábado, abril 13

Un padre I-D-E-A-L

Estaba disfrutando de mi agradable sábado con 22°C de fresco otoño aplastando como de costumbre mis aburridas nachas sobre un viejo sillón plegable y navegando por la net, principalmente por Twitter, y me encuentro con un tweet no tan peculiar para algunos, pero sí especial y trascendental para mí, especialmente para mi.
El tweet decía: ''GRAN PARTE DE LAS CHICAS BUSCAMOS PARA NUESTRA PAREJA ALGUIEN COMO NUESTRO PAPA''
Y bueno, apenas terminé de leerlo me puse a revirar y analizar mi marañada vida de infante.
Mis padres se separaron cuando yo tenía siete años, fue la experiencia más triste y dolorosa por la que alguna vez pasé, y lo más perverso de la situación es que lo recuerdo todo como si hubiese sucedido ayer.
En fin, no quiero ponerme a escribir sobre la dramática depresión que tuve que pasar por la ausencia de mi padre en mi súper y gran interesante vida, lo que me interesa, en este aspecto es resaltar todo lo que para mí significó y hasta en la actualidad sigue significando su ausencia en mi vida.
No estuvo conmigo cuando hice la primera comunión, y el cual fue uno de los días más gloriosos de mi vida ya que fue el domingo 27 de octubre del año 2002, el día de mi dichoso cumpleaños. Yo lo extrañé, obviamente. Ver a mis amigas y compañeras acompañadas de sus padres, era muy envidiable, era amorosa y amargamente envidiable, porque yo quería estar en el lugar de cualquiera de ellas, porque ellas tenían a sus padres al lado, sus padres las miraban con orgullo y admiración, a mi me acompañaba mi madre y mi hermana mayor, mis fieles compañeras de toda la vida, y para ser sincera, cuando todas mis compañeras y yo subimos en los escalones del interior de la iglesia para tomarnos fotos y cantar, yo no dejaba de mirar hacia la entrada de la iglesia, con la vaga esperanza de que mi padre estuviera allí parado mirándome con orgullo y amor, con esa mirada de 'esa es mi hija!'.. Pero, pronto me di cuenta de que eso no iba a pasar, tenía un apretado nudo en la garganta, pero me dije a mí misma que no lloraría, miré a mi mama y a mi hermana y les sonreí, y agradecí a Dios por tenerlas ahí conmigo.
Tampoco me acompañó en mi fiesta de quince años, esa noche le tocó hacer el papel de padre a mi hermano mayor, mi madre estaba en España por motivos laborales, el papel de madre de aquella mágica noche la hizo mi hermana mayor.
En mi fiesta de colación del bachillerato medio tampoco estuvo ahí. Nuevamente el papel de padre lo llevó mi hermano mayor, nunca se lo dije, o no recuerdo habérselo dicho, pero se lo agradezco infinitamente, esa noche mi madre y mi hermana mayor y algunos familiares a quienes considero importantes estuvieron conmigo. Mi hermano mayor me dedicó esa mirada que siempre busqué y que hasta ahora eché de menos de mi padre, esa mirada de 'esa es mi hija!, SÍ!.. En este caso, adaptado a MI caso la mirada que me dedicó era de 'esa es mi hermana!!... Esa noche también volví a sentir la tan conocida envidia por mis amigas y compañeras que sí tenían a sus padres con ellas, era algo que siempre intenté superar, y cuando lo creía conseguir, volvía a aparecer, y me dolía el doble.. Y por ende el dolor aumentaba más y más. En fin, la parte del perdón ya fue concretada, pero el dolor no desaparece del todo, y cada vez que recuerdo todas esas ocasiones y eventos que marcaron mi vida y su ausencia, las lágrimas inundan mis ojos y se me forma el tan conocido nudo en la garganta.
Aún me quedan algunos años para terminar mi carrera, y el día de mi graduación, sea como sea, lo voy a tener ahí, de la forma que tenga que ser, amordazado y maniatado pero estará ahí mirándome con orgullo, y yo por fin podré acallar esa triste y amarga envidia que me acompañó durante muchos años.
Y el punto final de mi reflexión es que, sinceramente valga la redundancia de todo lo que relaté; para pareja y esposo, no quisiera a un hombre como mi padre.
Simplemente eso.

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